Este diosecillo, emergido desde su propio sobaco -desde los libros mal leídos, pertenecientes a la biblioteca del sobaco- ulula, sermonea y se repite tormentosa y cansinamente, arrogante, esquivo, mesiánico y faltón, lo propio de un macarra chulito de una clase "inferior a la suya", es un espectáculo de feria bastante penoso. ¡Menudos innovadores del XIX!
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