"Fue Lina Morgan la última gran estrella, y empresaria, del género revisteril en el que no tuvo competencia alguna desde que formó compañía propia a partir de 1975. Y creó un personaje que repetiría desde entonces en casi todos sus espectáculos: el de la pobre chica pueblerina, torpe, patizamba, que llega a la capital y acaba siendo una especie de angelote caído del cielo. Utilizaba un surtido número de recursos gestuales, bizqueando, moviendo el cuerpo como si estuviera posesa, medio coja, entre las carcajadas de su clientela". (LIBERTAD DIGITAL)
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