Su visión pierde la magnificencia de la corrida de toros como último requerimiento metafísico y experiencia religiosa primitiva. "El primer ministro de Francia, Manuel Valls, ha elogiado públicamente la celebración de festejos taurinos en la región de la Camarga --sur del país-- y ha abogado por conservar esta "bonita tradición", con diferencias respecto a la corrida española. Valls ha presenciado una carrera camarguesa, en la cual varios hombres intentan arrancar objetos colocados en la cabeza del toro. A diferencia de la tradición española, el festejo concluye sin la muerte del animal. En declaraciones al periódico 'Midi Libre' desde la plaza, el primer ministro ha dado su apoyo a esta práctica. "Hay que conservarla porque supone un equilibrio, para la naturaleza, para el territorio, para la economía y para el hombre", ha argumentado". (LA RAZÓN)
- Bien por la Camarga. Mejor, por el persistente auto sacramental que se celebra en España, un rito a vida o muerte, de redención, comunión y exaltación del héroe sobre la naturaleza brava. Pretenciosos laicizantes, sin otear la religión del amor, anclados en el culto al macho alfa, con sumisión esclava y la ambición de la salvación por el fuego, no alcanzan más que a agusanar cuanto tocan.
- Bien por la Camarga. Mejor, por el persistente auto sacramental que se celebra en España, un rito a vida o muerte, de redención, comunión y exaltación del héroe sobre la naturaleza brava. Pretenciosos laicizantes, sin otear la religión del amor, anclados en el culto al macho alfa, con sumisión esclava y la ambición de la salvación por el fuego, no alcanzan más que a agusanar cuanto tocan.
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