tras sorprenderla, me produjo una irritante inquietud cuando se movía amenazadora, traducía mi miedo ante su danza con su cuerpo guerrero, pensaba yo, para el ataque contra el intruso que era yo en la propia intimidad de mi baño. Si hubiera sido el fraternal Francisco de Asís habría podido protagonizar una hermosa historia de amor. Miedoso y torpe como siempre, la fumigué con un insensato CUCAL que reduce a las cucarachas en una danza desesperante entre los estertores de la última agonía y las congojas de la muerte. Mi visitante era una avispa alfarera como me amonestó Wikipedia. Me subí a la escalerilla y encontré lo que parecía un hierro saliente del encofrado con el tramado que le es propio. Pero, resultó ser una elaborada construcción de barro con sus víveres y larvas en desarrollo. Los descubrí muertos porque, en un cierto momento, un sujeto que se sentía amenazado insensatamente, interrumpió el esfuerzo de la naturaleza por su pervivencia, la transmisión de la vida y la excelencia. Consideré que también yo soy efímero y torpón. Entran todos a formar parte de mi familia natural.
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