«Decía hace unos meses el Papa Francisco en un discurso a la FAO que “el hambriento no pide limosna, sino respeto a su dignidad”. En aceptar o no esta afirmación está el cómo uno se sitúa ante los pobres de la tierra. La lucha contra pobreza que daña a las personas afecta a lo esencial de los derechos humanos y, por tanto, en ella nos jugamos el respeto a la dignidad humana, no solo la de los pobres sino la de todos». AGOSTO parece pedir sol y playa, pero este año viene cargado de dramas humanos: las noticias de miles de refugiados huyendo de la guerra, la violencia, las hambrunas o la miseria de sus países, desesperados por encontrar cobijo en Europa, nos golpean día tras día. Detrás de cada uno hay situaciones tremendas que, al menos de vez en cuando, bien haríamos en dejar entrar en nuestra conciencia para no perder humanidad... (Julio L.Martínez: ABC)
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