"...Hasta hace pocas décadas, la ciencia sostenía que un agujero negro era la «ultima frontera» de la materia, un lugar tan denso y con una fuerza gravitatoria tan enorme que ningún objeto o partícula que tuviera la mala suerte de caer dentro podría volver a salir jamás. Y esto vale incluso para los fotones, las partículas que transportan la luz a la mayor velocidad conocida y posible en nuestro Universo, 300.000 km por segundo. Ni siquiera la luz, pues, es capaz de escapar de las fauces de uno de estos «monstruos» espaciales cuando ha sido atrapada por él. Pero entonces, en 1975, el propio Hawking logró demostrar que, en realidad, los agujeros negros «no son tan negros» como se creía y son capaces de emitir radiación. Una radiación, por cierto, que desde entonces lleva su nombre y se conoce como «radiación Hawking». El fenómeno, aparentemente imposible, se produce justo en el llamado «horizonte de sucesos», esto es, la línea imaginaria que rodea a un agujero negro y que lo separa del resto del Universo. Cualquier cosa que atraviese esa línea se perderá para siempre en el interior del agujero. Pero justo sobre ella es posible que de un par de partículas entrelazadas una termine «devorada» y la otra, al contrario, quede libre y salga disparada hacia el espacio..." (ABC)
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