martes, 7 de marzo de 2017

A los curiosos de la mecánica cuántica... la CONTRA

de LA VANGUARDIA:
‘Cuántica’ El 50% del PIB actual de España sale de la mecánica cuántica, me desvela Latorre, una de las personas que más saben de física subatómica y sus implicaciones. Y qué bien lo explica en Cuántica. Tu futuro en juego (Ariel), librito divulgativo, inteligible y ameno. Latorre agradece que su padre sacrificase media vida por darle educación (y a un profesor que dijo en clase: “Hay una cosa llamada física cuántica que un día el señor Latorre nos explicará”). Latorre investigó en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y hoy en el Centro de Tecnologías Cuánticas de Singapur. Y aquí. Y asesora a entidades interesadas en desarrollos y aplicaciones cuánticas (entanglementpartners.com). Este universo es azaroso o predeterminado?  ¡Empezamos fuerte!  Es usted físico cuántico...  Es cierto que la mecánica cuántica estudia la física de las partículas elementales... que conforman todo esto que denominamos “realidad”. 
 Y... ¿qué tal todo?  Me maravillo de lo mucho que comprendemos el universo. ¡Sólo nos faltan tres leyes! 
 ¿Qué tres leyes?  Una, gravitación cuántica: unificara la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica.  Dos.  La ley de la materia y energía oscuras... que componen el 96% del universo.  
¡Trabajo tienen! ¿Y tres?  La ley de la complejidad. Esto es, cómo emerge inteligencia, emociones, ética...  
¿Eso también le toca a la cuántica?  La física de partículas elementales origina la química, la biología, posiblemente todo.  
Pues vuelvo al principio: ¿estaba todo ya inscrito en el big bang?  No: el azar es inherente a la naturaleza.  ¡Un azar muy listo!  La física clásica es determinista, pero todos los experimentos de mecánica cuántica demuestran que venimos del azar. Y nos enseñan humildad: ¡nos dicen que no tenemos derecho a conocer la realidad! 
 ¿Perdón?  Cada experimento a escala subatómica, cuántica, nos dice que sólo podemos captar alguna información (posición, movimiento...) del electrón y de otras partículas, ¡pero no conocer su esencia! 
¿Por qué?  
En cuanto las miras, inevitablemente las perturbas y alteras.  ¿La realidad... es inaprehensible, pues?  La realidad es un concepto sutil. Existe en la medida en que la miras. Acercarte a conocerla... la condiciona, ¡la crea!  A mis sentidos les cuesta aceptarlo.  Le costó a Einstein, que espetó a su colega Bohr, paladín cuántico: “¿De verdad crees que la Luna no está si no la miro?”.  Einstein lo planteaba con toda lógica.  Se equivocaba, a escala cuántica. “¡Dios no juega a los dados con el universo!”, clamaba Einstein. Y Bohr le replicaba: “¡Tú no le digas a Dios a qué jugar!”.  
Entonces... ¿la realidad existe o no?  No sé, sólo sé que la mecánica cuántica describe un fenómeno si observas. La ciencia cuántica ya no es ontológica (estudio del ser), sino epistemológica (estudio del fenómeno, lo único enteramente cognoscible).  Pero mis sentidos captan... algo “real”.  A esta escala sensorial todo es grosero, poco afinado: aparente. A escala cuántica hay incertidumbre: no puedes conocer una partícula, sólo alguna de sus variables. ¡Rige el principio de máxima sorpresa!  
¿Qué aplicaciones útiles tiene la mecánica cuántica?  El láser para telecomunicaciones y cirugías, los transistores de los chips de tu móvil, la resonancia nuclear magnética, el GPS, regido por relojes atómicos (cuánticos), la computación y criptografía cuánticas... ¡e inimaginables avances!  
¿Por ejemplo?  Redes neuronales artificiales gigantes entrenadas por ordenadores cuánticos que aprenderán y acopiaran tanta información... ¡que podrán responder a todo lo que quieras!  
¿Como qué?  ¿Voy a enfermar de esto, o de lo otro? ¿Me conviene esta persona como pareja? Y puede que te enamores de esta mente artificial.  O que le encomendemos el buen gobierno de un país... o del mundo.  Si: bastará entrenarla en toda la casuística de la felicidad para que lo haga muy bien.  
¿Y esto no le inquieta?  Entraña riesgos, desde luego, porque podremos leer caras, etiquetar a las personas por sus debilidades y estigmatizarlas por ello.  Pero sea optimista... 
¿Qué ganaremos?  Avanzando tanto comprenderemos la ineficacia de la violencia: seremos pacíficos.  
¿Y curaremos el cáncer?  Discerniremos células sanas de enfermas, para destruirlas. Y llevaremos dentro del cuerpo sensores cuánticos de detección precoz, estaremos monitorizados al instante... Pero dentro de tres siglos... ni necesitaremos cuerpo.  
¿Viviremos sin cuerpo, me dice?  El cuerpo es una terminal del cerebro, sede del ego, el sexo, las endorfinas... El cerebro dispondrá de periféricos intercambiables.  
¿Seremos inmortales, pues?  Las capas sociales altas, sí. Ya ni se reproducirán. Tendrán todo el placer que quieran.  No imaginaba terminar así esta entrevista sobre la cuántica...  La ciencia estimula a conversar, reflexionar, ¡y a ser feliz!
Es mejor que fútbol y política.  Cierto, conversación interesante...  La ciencia desmonta el prejuicio de una preexistente realidad objetiva y local. La ciencia desmonta esta hipótesis que creíamos sólida. ¡Con prejuicios... no eres científico!  
¿Y qué dice la ciencia sobre vida inteligente en el cosmos? ¿Hay más?  Es un cálculo trivial: ¡por supuesto que hay millones de galaxias con vida inteligente!

No hay comentarios: