martes, 24 de junio de 2014

Estos ocurrentes y vocacionados aspirantes a cargos,

carguetes y secretario general del partido socialista acuden, raudos y a porfía, a exigir "el fin de los privilegios" de la Iglesia católica, ese lugar común y vacuo que tanto les tienta como argumentación definitiva. A ver cuándo se preguntan por los beneficios que el estado recibe y ha recibido de la Iglesia, esa gente que "ingenuamente" y al margen de los partidos y de la organización del estado, se dedica a hacer bien a los demás.

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