los creyentes, incluso sus detractores, también creyentes de otras "fes" más evolucionadas o de cualquiera sabe qué. El escenario es único y antiguo: el todo completo e inmanente. Personajes: La naturaleza y su poder, el toro, tan noble y ciego como brutal, el monstruo; el torero, el héroe, que acaba con la fiera y alcanza la gloria, aunque sea el dinero y todo lo que sueña y "haiga"; los espectadores, identificados con uno y otro protagonista de la tragedia, buscando una provisional redención. A veces, pienso, que falta más devoción, empezando porque los rituales se hayan adaptado a un horario más benévolo que el de las cinco de la tarde y, las gentes, en vez de orar o estar en un ¡ay! cercano al misterio de la vida o de la muerte, distraiga el tiempo comiendo pipas.
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