Han pasado tres años del cese definitivo de las actividades armadas de ETA. Su historia parece un mal sueño como si se hubiera hecho justicia consiguiente la organización terrorista el poder por cesión del estado de derecho lo que ya se había demostrado que con las armas no iban a conseguir nunca. Mientras tanto, como dice Mikel Buesa, "se ha instalado una paz banal, anodina, en la que todo discurre como si nadie -o más bien casi nadie- quisiera acordarse de lo que ocurrió antes ni conocer su verdad. Tenía razón, una razón universal, permanente, Hannah Arendt cuando en el prólogo de su ensayo Responsabilidad y juicio observó: Nada llega con más rapidez y presteza que el olvido" (LIBERTAD DIGITAL).
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