viernes, 6 de marzo de 2015

La fe­li­ci­dad ya es una asig­na­tu­ra en algunos

 co­le­gios bri­tá­ni­cos donde dan cla­ses pa­ra sen­tir­se bien; no quie­ren ser so­lo «fá­bri­cas de exá­me­nes». En 2006, Sel­don in­tro­du­jo las que se co­no­cen co­mo «cla­ses de fe­li­ci­dad», una asig­na­tu­ra de una ho­ra a la se­ma­na don­de sim­ple­men­te se tra­ta de en­se­ñar al ni­ño a vi­vir. Pro­fe­so­res es­pe­cia­li­za­dos pro­mue­ven de­ba­tes so­bre las emo­cio­nes, se fi­jan ob­je­ti­vos vi­ta­les po­si­ti­vos y se en­se­ña al alumno a so­bre­lle­var la ten­sión del día a día, in­clu­so la que ge­ne­ra la nue­va co­ne­xión cons­tan­te a las re­des. Sel­don es­tá en­can­ta­do con su ex­pe­rien­cia".  Este reduccionismo filosófico, psicológico y psicopedagógico ha tenido en la Ética un proyecto excelente, equívoco y mal aprovechado en nuestro país. Manual de Invento ha estado experimentando y extendiéndolo a todo el ámbito educativo la voluntad de aprender a vivir bien, a darse y a dar cuenta de las cosas, personalmente y en la complejidad de la convivencia.

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