"Dabiz Muñoz -sí con B y con Z, porque así lo quiere y lo escribe- madrileño, 35 años, hiperactivo, obsesivo, perfeccionista, competitivo, el cocinero de la cresta -como se le conoce en Europa-, el que ha hecho saltar por los aires las normas de la alta cocina ...No calla. Es un torrente. Un torbellino imparable al que no le gustan ni las etiquetas ni los impostores. No tiene pelos en la lengua. "Soy un elefante en una cacharrería, incapaz de parapetarme tras un personaje como algunos creen. Hay muchas cosas criticables en mi imagen pero soy así. Siempre voy con la verdad por delante, digo lo que pienso y no me callo. Eso es lo que sorprende. En el mundo de la gastronomía hay mucho postureo, muchas relaciones de plástico: todos sonreímos, nos queremos mucho, nos abrazamos... Pero en el fondo no es así. Como en todas las élites, entre los cocineros de alta cocina hay roces. Pero no pasa nada". Descarado, irreverente, provocador... "Mi cocina no es punk, yo no soy un punky, ni si quiera escucho música punk. La cresta no es una pose, me gusta. La he llevado de todos los tamaños y formas desde que tengo 16 años. Simplemente, no creo en los dogmas, ni respeto normas que no entiendo. En mi trabajo, me he permitido muchas licencias en virtud del disfrute del comensal. Lo único que persigo es que cuando alguien se meta en la boca lo que yo he cocinado diga 'esto es la hostia'. Me muero porque la gente disfrute en DiverXo con lo que yo cocino". (EL MUNDO)
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