presencias resistentes y de dignidad, ante una enfermedad colectiva galopante afecta de un opresor nacionalismo en metástasis.
Resiste el esforzado testimonio de una bandera que reclama: "Soy español: con eso te lo he dicho todo"... Inmediatamente detrás aparece la "bestia" engordada por el neofascismo enquistado, con sus garras contra lo más noble...
y no muy lejos de allí, aparece una reflexión que reivindica el derecho a que hablen los muros o las piedras, incluso con consideraciones estremecedoras... El alma del totalitarismo acaba encontrando su rincón en el corazón de los totalitarios, más cuando pretenden enmascararse en el ternurismo victimal del "penseu amb el cor". (Carod Rovira). El suyo, claro.
Y surge la indignación, incluso ya, sin argumentario:
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