nos viene con el reflujo de las naciones como reinecitos de un pasado rancio que habría que reconquistar, previendo una nueva confrontación, como la de las guerras de religión, y el acomodo de los rebaños y de sus menestrales al banderín de enganche de su príncipe, señor o amo bajo el principio del "cuius regio eius religio" (es decir, sometidos a la voluntad de su dueño territorial). "Hay que asumir, dice, que Cataluña es una nación y España un Estado plurinacional", dice. Luego vendrá lo de asimétrico. Pero, él, la Chacón, EL PAÍS y el perdido PSC (y el PSOE rubalcabo-zapateril- ) insistirán en esta antigualla. Ignora este bardo con su beneficiado altavoz, que nadie puede poner la rancia excusa de las peculiares condiciones de su raza, tribu o territorio, para el ejercicio de la ciudadanía y de los derechos humanos, que cualquier persona que quiera libertad, igualdad y fraternidad, las supera limpiamente con el único criterio válido de convivencia que es el reconocimiento de la condición de ciudadanos, abierta a todos los hombres, dejando para las Fiestas Mayores y los Juegos Florales del pasado, los dilirios que entretienen a nuestros taifales...
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