martes, 11 de marzo de 2014

Hemos celebrado una misa en memoria de las

Víctimas del 11M y del Terrorismo en la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. He coincidido con  notables resistentes como Francisco Caja, Javier Barraycoa y tantos otros que llenábamos el templo.
A la salida me dirigí a unos jóvenes que se interesaron por las octavillas. Uno creía, alborazado, que eran pegatinas de "Soy español, casi ná"... No, dije. Son octavillas que, partiendo de esa evidencia, al dorso tenían el correspondiente argumentario. Es, por tanto, no sólo una convocatoria, sino una voluntad de reflexión para sostener la acción política inevitable desde la dignidad. Por cierto, de VERDAD, MEMORIA, DIGNIDAD Y JUSTICIA, se ha hablado en profundidad, recordando el 11M y a las Víctimas del Terrorismo. Me mantuve después de la celebración, con las octavillas en la mano, en frente de la iglesia, ante la escalinata, con la ilusión de que me las quitaran de las manos, por lo menos aquellos que habíamos comulgado con los mismos sentimientos. Nadie me pidió ninguna. Visto lo cual, me marché.

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