martes, 25 de marzo de 2014

Yendo al Stardbucks de cerca de la Catedral me

asalta una simpática chica de ACNUR para ficharme.
- Pero, hombre, ande va usted hecho un pincel con ese sombrero polo que parece un artista. Un minuto na más.
- Huy, señorita, que yo ya estoy muy cogío.
- Un minuto ná más. ¿Ande va usted tan emperifollao?
- ¿Qué quiere decir? Que yo no puedo dormir si no se lo cuento todo a mi mujer.
- Que va usted muy elegante.
- Huy, si se lo cuento no se lo va a creer. Y me va a volver a decir "que voy de chico bueno y que lo que pasa es que esa lo que quiere es liarse contigo. Buenas están las chiquillas hoy día, que parece que no te enteras". Buena es mi mujer.
- Bueno, hijo. Se ve que quiere usted mucho a su "sahenta". La ONG la tiene usted dentro.
Pasé por la Judería, tributo que rindo a mis antepasados, "ocho apellidos"  sefarditas compartidos y gozándome Sefarad por todos sus rincones. Luego, la catedral, como siempre.
 Qué cosa más grande. De todos modos, ayer pasé por la Magdalena y luego por la iglesia del Santo Ángel de los Carmelitas de la calle La Rioja
donde asisto a una Jornadas sobre las Cartas de Santa Teresa de Jesús, una sugerencia y proyecto maravilloso, desde el punto místico y psicológico.
De profesor ponente, el padre Salvador Ros, carmelita de Segovia, cuyas obras conozco bien. Después, la Eucaristía soñando una presencia en carne mortal, tan cerca y tan ausente. 
Paseé por San Telmo,  la Torre del Oro y las riberas del Guadalquivir tan frecuentadas, sobre todo por Triana, el Altozano, el castillo de San Jaime y las oscuras huellas de los horrores de la Inquisición.

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